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Llevo unos cuantos días mosqueado con el tiempo y la temperatura en general aquí en Madrid, y pululando por las intraredes virtuales me he tropezado con una historia sorprendente que me parece que viene muy a cuento y que, para gozo y deleite de las hordas de lectores de las que podemos presumir (se acercan las 15 mil visitas! Uh! Uuuuh) me dispongo a exponeros a continuación. Para ello debemos viajar casi 200 años al pasado.
5 de Abril de 1815 - Isla de Sumbawa, Indias Orientales (hoy Indonesia). El Monte Tambora
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Los efectos de la terrible explosión se hicieron patentes en todo el planeta. Se calcula que la erupción arrojó más de un millon y medio de toneladas de polvo y ceniza a la estratosfera, y el siguiente año, 1816, se concoció en el mundo occidental como "el año sin verano", o "el año del hambre", debido a las graves alteraciones climáticas que sucedieron: en Europa Septentrional, el norte de los Estados Unidos y Canadá, las cosechas se arruinaron por fuertes heladas y nevadas durante Julio y Agosto. Gran parte del ganado murió. Las temperaturas variaban en Estados Unidos de los 35º a mediodía a temperaturas cercanas al punto de congelación durante la noche. En Europa, recien salidos de las guerras napoleónicas, la escasez fue tal que hubo saqueos de almacenes, y la violencia por la hambruna llegó a tal nivel que en Suiza se tuvo que declarar el estado de Emergencia Nacional.
Todos estos terribles acontecimientos se derivaron de la erupción del Tambora. Pero lo sorprendente de esta historia es que lo que sucedió entonces fué causante de unas increibles consecuencias de cuyos frutos podemos disfrutar todavía hoy y con toda seguridad durante mucho tiempo:
La primera consecuencia es que el polvo y la ceniza lanzados a la atmósfera se mantuvieron en suspensión durante todo el año siguiente y, notablemente en el hemisferio norte, fueron responsables de que las puestas de sol fuesen inusualmente espectaculares. Este hecho no pasaría de lo meramente anecdótico si no fuese porque esos colores del ocaso fuesen plasmados para la posteridad en las obras de Turner, claro exponente de la pintura romántica y precursor del impresionismo.
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La segunda consecuencia es todavía más sorprendente:
Avanzamos en el tiempo hasta Julio de 1816, y nos encontramos en Villa Diodati, una mansión en el pueblo suizo de Cologny, a escasos kilómetros de Ginebra (concretamente a 4 km de la Ciudad Vieja), a orillas del lago Leman.
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Lord Byron se basó en varias historias que había oido durante un viaje que había hecho por los Balcanes, y contó la historia de un vampiro que se caracterizaba por ser un miebro de la mas refinada aristocracia londinense. De esos primeros bocetos su amigo John William Polidori escribiría "The Vampyre" tres años más tarde (y 78 años antes que Stoker), un relato corto que hoy en día se considera precursor del género romántico-fantástico. Byron, por cierto, escribiría también un poema llamado Darkness, inspirado también en el "año sin verano".
La joven Mary,
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Así que ahí lo tenemos: un volcán revienta, y, un año más tarde en un lugar del lado opuesto del planeta, la ceniza atmosférica inspira a uno de los pintores más importantes de la historia, y el cambio climático consecuente inspira a dos autores a crear a dos personajes inmortales de la literatura y el cine, y, por si eso no es suficiente, se inventan dos géneros literarios que aún hoy perduran y entretienen a millones de personas en todo el mundo. La Teoría del Caos en un ejemplo paradigmático.
Varios de nosotros (por no decir todos), entre tripulantes y lectores, nos definimos como aficionados al género fantástico y de ciencia-ficción, tanto literario como cinematográfico. Desde aquí os exhorto a que, la próxima vez que veáis una película o leáis un libro del tema, tengáis un recuerdo emocionado hacia el volcán que dio inicio a todo. Seguro que, de no haber sucedido, la ciencia-ficción nos habría llegado por otro meandro de la probabilidad, y no cabe duda de que, aún sin esas gloriosas puestas de sol, Turner no habría dejado de ser un pintor cojonudo. Pero, personalmente, me gusta pensar que se lo debemos todo a un proceso que comenzó hace miles de años en las zonas de subducción de Magma de la placa Australiana y que culminó de forma espectacular en Abril de 1815. Me parece apropiado. ¡Solo queda imaginarnos que maravillas literarias y pictóricas verá el mundo cuando le dé por reventar a la Caldera de Yellowstone! Va a ser la bomba! (chiste! Ja ja!)
En cuanto a los no aficionados, ya sabeis: si el cine de género como Dracula, Terminator, Alien, Matrix, o Blade os aburren, si no os reisteis con El Jovencito Frankenstein, si nunca os ha dado por leer La Guerra de los Mundos o 20000 Leguas de Viaje Submarino, y sobretodo si estáis hasta la bolsa escrotal / trompas de falopio del fenómeno Crepúsculo (dioses, y lo que nos queda), ya teneis algo concreto en cuya dirección podeis agitar el puño mientras mascullais una maldición: echadle la culpa al volcán. Él tuvo la culpa de todo.
Nada más que contaros, excepto que, si podeis, echadle un vistazo a la isla de Simbawa en el Google Earth, la imagen es verdaderamente espectacular.